Brillante, con bouquet, aterciopelado, amplio, fresco, redondo, armonioso, astringente, cerrado, carnoso, equilibrado, frutal,… Seguro que alguna vez has oído a alguien pronunciar alguna de estas palabras para referirse a un vino. Y puede que reaccionaras riéndote o pensando que decía tonterías porque el vino es sólo eso… vino.
Beber vino es una de las experiencias sensoriales más completas porque en ella interviene la vista, el olfato, el gusto y, en menor medida, el tacto de la lengua. ¿Realmente crees que el vino es sólo vino? ¿O más bien que te da vergüenza expresarte por miedo a equivocarte?
Catar vinos es una actividad totalmente subjetiva y personal, además de ser bastante sencillo. Se requieren pocos utensilios: una mesa blanca o un mantel blanco, una lámpara o una sala bien iluminada, una copa de cristal transparente y fino, una escupidera, palitos (pan tostado), agua y un bloc de notas para apuntar los comentarios.
En una cata se pueden probar varios vinos, un mismo vino de diferentes añadas (cata vertical), varios vinos de una misma variedad de uva o incluso a ciegas, es decir, ocultando la información de la botella. Normalmente se empiezan por los vinos más ligeros y se acaba con los que tienen más cuerpo. Se empiezan por los blancos, se continúa con los rosados y se finaliza con los tintos.
Lo más aconsejable para catar un vino es seguir los siguientes pasos:



¡Ah! Te aconsejamos enjuagar la copa o tu boca si vas a catar varios vinos así como no usar perfume o fumar antes de una cata. Así evitarás confundir los aromas en la fase olfativa.
Quizás después de leer este post te animes a catar algún vino. Sólo necesitas desarrollar tus sentidos, dejarte llevar por tus sensaciones y practicar todo lo que puedas. ¡Adelante y ánimo!
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