Uno piensa cuando
llega al Priorat que todas las bodegas se encuentran en una edad de unos 30 ó
40 años como máximo, que nada puede superar esa cifra. Como si el renacimiento
que instauraron los Closos del 89 fuese el big bang de la tradición
vitivinícola. Pero eso queda desmontado si uno se cita con elaboradores como
Joan Sangenís, que nos hizo un recorrido por la bodega y las viñas de Cal Pla,
en Porrera.
La bodega está
repartida en cuatro ubicaciones diseminadas por el pueblo dado que la mayoría
de las casas no disponen de un tamaño propicio para una empresa que elabora
unas 100.000 botellas, amén de las añadas de guarda que se han ido almacenando
a la espera de mejores tiempos en las que degustarlas. Comenzamos la visita en
la zona de vinificación, situada en una especie de almacén en la calle que sube
hasta el Encastell. Allí explicó cuáles son sus menesteres desde la vendimia
hasta la crianza, además de su idea sobre la vinificación tanto en blancos como
en tintos. Derrapadora, prensa y tinas de inoxidable se unen a tres depósitos
de cemento revestidos de pintura epóxica, en los que se lleva a cabo la
fermentación alcohólica de los vinos con más salida, Cal Pla y Mas d’en Compte.
Las variedades que
trabajan son garnacha, cariñena y cabernet para los tintos, y garnacha blanca, xarel·lo,
moscatel y picapoll para los blancos. Los porcentajes varietales en cada vino
dependen en gran medida del curso de la añada, lo cual es lógico si pensamos
que así es como los elaboradores equilibran los vinos, en función del estrés
hídrico que haya padecido la planta o por ejemplo la acidez de la que
intrínsecamente disfrutan unas y otras. En este caso Joan utiliza el cabernet
para otorgar estructura en los vinos más jóvenes puesto que también las viñas
de las que provienen son siempre las más jóvenes, entre 10 y 30 años. La
vendimia se realiza en cajas en la viña joven y en capazos en los costers de
más edad. Y la apuesta por la garnacha y la cariñena les permite vinificar las
dos variedades por separado excepto en años como 2013 en que la maduración se
retrasa y pueden solapar vendimias y fermentaciones. Recordemos que la garnacha
es una variedad de ciclo corto, que normalmente Cal Pla la suele vendimiar la
primera quincena de septiembre y la cariñena de ciclo más largo, encajándose en
la segunda mitad de septiembre y hasta bien entrado octubre. La orientación en
este caso marca bastante la fecha de vendimia, pues al estar encaradas bastante
al sur (sobre todo la cariñena del Planots) esto hace que se adelante su
maduración.
Dejamos la zona de
vinificación y sólo tuvimos que cruzar al otro lado de la calle para visitar la
zona de barricas ubicada en los bajos de una casa antigua que ha pertenecido a
varias generaciones de la familia. Entrar en ella supuso un viaje en el tiempo
que nos llevó a vivir cómo eran las casas y bodegas de la Porrera de siglos
anteriores. Pudimos imaginar los antepasados de Joan construyendo estos bajos con
techos abovedados y decorándolos con grandes consejos vitivinícolas a modo de
capilla. En ellos se alberga una tercera
parte del total de las botas que posee Cal Pla, acompañadas de grandes fudres,
algunos provenientes del siglo XIX.
La última parada
antes de ir a viñas fue la calle Prat de la Riba donde tienen las oficinas y la
sala de catas, además de otra buena tanda de barricas en sus tripas. A
sabiendas de que el mercado marca tendencia y que parece cansado de aromas
terciarios, Joan sí entiende sus grandes vinos ensamblando taninos y domándolos
a través de la madera. Alberga dudas de que grandes vinos que se están haciendo
en el Priorat sin casi madera puedan disfrutar de una gran longevidad. Las
características de los suelos y por ende de las cosechas en el Priorat así
parecen permitirlo.
Subimos a la sala de
catas donde degustamos una gran representación de su gama de vinos:
Mas d’en Compte
Blanc 2010. Un blanco con color dorado ambarino, muy complejo en nariz. Frutos
secos, pan de leña, notas de almendra verde. Se guarda en barricas nuevas de
roble francés y húngaro. El hecho de ser nuevas más el battonage con sus lías
otorgan al vino una complejidad sin igual, y una longevidad de la que Joan se
siente muy orgulloso. De hecho, alguna vez abre botellas de la primera añada
(1998) y comenta que aguantan incrementando aún su complejidad.
Cal Pla Negre 2012.
Por su precio (en torno a los 9 euros) algunos pensarían que es el vino joven
de la bodega pero sus 12 meses en barrica usadas de tercer a sexto año
aproximadamente niegan esta idea. Predominando la fruta por encima de cualquier
nota de bota, que quizás se percibe más en boca, con unos toques balsámicos y
especiados. Ganará con el tiempo.
Mas d’en Compte
2011. Un vino reflejo de una añada muy difícil. Habiendo degustado otras añadas
te das cuenta de lo mucho que influye la climatología en cada vendimia.
Alcohólico, con notas de sobremaduración, de fruta en licor, notas verdes…
Aconsejaríamos (y también Joan) guardar dos o tres años antes de abrir.
Posiblemente entonces haya domado esas aristas. Como curiosidad, este vino fue
premiado hace dos años, en la añada 2009, con 96 puntos Parker, sólo superado
en Priorat por Clos Martinet.
Planots 2008. Su
paso 14 ó 15 meses por bota nueva de roble francés no se notan en exceso,
ensamblada perfectamente por una garnacha y una cariñena de la finca de Mas d’en
Caçador con una estructura avasalladora. El dominio en porcentaje de una u otra
variedad lo marca la añada. En años más calurosos, la cariñena y en más frescos,
la garnacha. A punto ya para beber. Es la joya de la corona de Cal Pla y un
grande del Priorat.
Dado que el sol
comenzaba a flaquear decidimos que era el momento de acercarnos a las viñas,
unas cuantas de las 25 hectáreas que Cal Pla posee. A unos 2 kms saliendo de Porrera
hacia Torroja está el desvío para llegar a Mas d’en Caçador, una montaña plantada
en su mayoría de garnacha y cariñena en viejos costers que quitan la
respiración. Tierra de perdices (subiendo vimos nada menos que cinco) y de
secano, la viticultura aquí se convierte en heroica. Casi al inicio nos mostró
las plantas de cariñena de 85 años que utilizan para el vino La Carenyeta de
Cal Pla. Son 2’5 Ha de la que hacen unas 2.000 botellas y con las que
complementan el Mas d’en Compte. Hacia la mitad de la montaña se encuentran los
viñedos de garnacha de Joan, orientados hacia Gratallops (oeste) y un poco más
abajo los de cariñena. Ambos darán origen a su vino más preciado, Planots. Y en
la parte más baja están la garnacha blanca y el picapoll del que elabora Mas
d’en Compte Blanc.
Volviendo hacia
Porrera Joan nos comentó uno de sus sueños que es restaurar y recuperar la
masía Mas d’en Compte, con cerca de 2.000 m2 y que supondrá sin duda
un desahogo en el almacenamiento actual de botellas y barricas. Será sin duda
un duro y largo proyecto que le reportará beneficios logísticos y sobre todo
satisfacciones personales.
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