viernes, noviembre 07, 2014

Mas Doix, un soplo de joven frescura en Poboleda

BY El rincón del paladar IN , , , , , , No comments


Más de un año ha pasado desde que descubrimos los vinos de Mas Doix y se empezó a gestar nuestro deseo de conocer algún día la tierra y las personas que les han dado la vida. La verdad es que agradecemos al restaurante Cal Xim (Subirats) su hallazgo, al recomendarnos el Doix 2004 como vino idóneo para una celebración familiar. No solo no defraudó sino que fue la espoleta para probar otras propuestas de esta bodega familiar prioratina. En el último Tast amb Dones de este año hablamos con Sandra Doix (enóloga que lleva la dirección técnica de la bodega) y le consultamos la posibilidad de pasarnos un día por Mas Doix para visitar las viñas e instalaciones donde elaboran sus productos.

Así que una mañana de verano nos citamos con la misma Sandra para empaparnos de su sapiencia y sus explicaciones sobre lo que envuelve la vitivinicultura. Tras unos breves saludos propuso empezar la visita en las viñas. Así que hacía allí nos dirigimos en su coche mientras iba narrando la historia de Mas Doix. Como en muchas otras bodegas de la zona y tras unos inicios ligados estrictamente a la cooperativa de Poboleda, las familias Doix y Llagostera deciden en 1999 vinificar parte de su producción y embotellar un primer vino, el Doix que nace de la viña centenaria que plantó el bisabuelo de Sandra. Un majestuoso coster de llicorella de dos hectáreas de cariñena a unos 500 metros sobre el nivel del mar que fue plantado en el año 1902 tras la devastación de la zona por la filoxera, y del que se extrae el fruto de sus grandes vinos Doix y 1902

Mientras caminamos tranquilamente por sus cepas nos llama la curiosidad ver algunas que están marcadas en azul. Sandra explica que son plantas de garnacha que ayudan a la polinización de las cepas de cariñena. Evidentemente las marcan para diferenciarlas en época de vendimia, dado que los ciclos de maduración de una y otra son diferentes. Según parece con la experiencia han apreciado que los cabernets y merlots no son aptos para estas tierras de Poboleda. Con un índice de pluviometría sensiblemente menor (y ya es decir) que otras poblaciones de Priorat la genética manda y el estrés hídrico se hace muy duro para una planta con un ADN adaptado a un clima más atlántico. Sin embargo el syrah y la garnacha sí parecen haberse adaptado bien y lo conservan, aportando matices a Les Crestes y Salanques.

Ya en la bodega Sandra hizo mucho hincapié (cosa que ya nos apuntó en el Tast amb Dones) en el hándicap que para ellos supone encontrarse en un espacio tan reducido. La zona de vinificación, aunque ahora bien distribuida, la podemos imaginar haciéndose pequeña en vendimia, un momento en el que los enólogos necesitan el máximo espacio posible para la maquinaria de selección de la uva y las distintas elaboraciones (pigeage, delestage, barricas abiertas…). Es por ello que está en proyecto un nuevo edificio a las afueras del pueblo, integrado en una pequeña colina, con dos o tres pisos bajo tierra y en el que se intentará trabajar por gravedad. Ello supondrá un desahogo para el trabajo en campaña y también para las zonas de crianza (tanto de barricas como de botellas). Aunque el espacio de trabajo es importante para Sandra lo esencial es la selección de la uva, tanto en la viña (aclarados, desecho de uva en vendimia) como en la propia mesa de selección. De esta manera y según sus propias palabras “solo entra lo mejor de lo mejor que nos da la viña”. 

La zona de crianza alberga un buen parque de botas, siendo las capacidades de 225 y 400 las más habituales, de roble francés (grano fino y extrafino) y de tostado profundo. Son partidarios de que sus vinos realicen la fermentación alcohólica y maloláctica en inoxidable, con lo cual llegan ya a las botas preparados para reposar. Desde 2010 únicamente Salanques y Doix reposan en bota nueva, pues Les Crestes ha redirigido su perfil hacia más frescura y más fruta, para lo cual utilizan bota desde segundo año. Le preguntamos por su opinión sobre la moda de los fudres y nos comentó que es más partidaria del cemento por temas de mantenimiento, al ser la madera más propicia a criar bacterias y necesitar una limpieza más rigurosa. En la misma sala de botas sí vimos los palés con producto acabado ya dispuestos para su expedición, lo cual da la razón a Sandra en su idea de concebir un nuevo proyecto más espacioso.

Después de disfrutar de la belleza centenaria de sus viñas y de conocer las sencillas y casi saturadas instalaciones, llegó el momento de relajarnos y degustar el alma de Mas Doix, sus vinos:
LES CRESTES 2012. Cupaje de garnacha, cariñena y Syrah. Sumamente frutal, de fruta roja, fresa, frambuesa y toques lácticos que lo hacen muy goloso. La chuchería que inunda las fosas proviene sin duda de la aportación de la garnacha pero en boca no desentona y muestra un cuerpo medio con una entrada ágil. Un vino perfecto para iniciarse en los Priorat fáciles sin un gran desembolso económico.
SALANQUES 2011. Habiendo abandonado ya el merlot, Salanques nace de viñas entre 70 y 90 años (garnacha y cariñena) y otras jóvenes de syrah. En él destacan ya las notas sutiles de la crianza: especiados, tabaco pero con una fruta negra que asoma. Fruta madura como la ciruela redondean el conjunto aromático. En boca tiene más peso, mayor volumen y longitud.
DOIX 2010. Elaborado con la viña de cariñena centenaria plantada en 1902 y garnacha, su cupaje dependerá en gran medida de la climatología de la añada. Tras la crianza se escoge el mejor par de botas para realizar el “1902”. El resto se convertirá en este vino de leyenda, una joya para guardar muchos años. Complejísimo en nariz y tras un inicio tímido no dejó de ofrecer notas variadas, tanto de crianza como incluso de fruta en un viaje de ida y vuelta que parecía no tener fin. Muy largo en boca, estructurado pero pidiendo todavía reposo. Como anécdota y para otorgar un voto de confianza a su evolución en botella, hemos de decir que en el “Tast del Decenni” del año pasado en Falset el Doix 2003 sobresalió por encima de los otros vinos, en un alarde de lo bien que trabaja la bodega en una añada tan y tan complicada como aquella. 


Es un placer compartir una cata con la propia enóloga porque nadie mejor que ella para expresar, transmitir y sentir sus vinos. A pesar de su juventud, Sandra tiene las ideas muy claras y lo expone de manera aún más eficiente, quizás fruto de su pasado unido a estas tierras de Poboleda (se trata nada menos que de la 4ª generación). Agradecemos todo el tiempo que nos dedicó y sobre todo le deseamos todo lo mejor en su próximo y más importante proyecto personal: su maternidad.

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