Cada verano empieza
a ser una tradición que viajemos unos días al Priorat y disfrutemos de su
paisaje, gentes y bodegas. Había una de ellas que nos hacía especial ilusión
visitar, por su influencia en el llamado “Renacimiento del Priorat”, y este año
pudimos verla de cerca. Fue todo un placer visitar una mañana la mítica MasMartinet. Llegamos antes de las 11hs., hora de la cita con Gemma Marco, la
persona “que hace de todo”, como ella misma se definió. Una de esos
trabajadores que visitando bodegas cada vez es más habitual encontrar. Tareas
administrativas, comerciales, relaciones públicas…
Mas Martinet es
visible desde la carretera (Falset a Gratallops) gracias a una peculiar palmera
que a modo de enseña distingue el punto donde empezó esta aventura Josep Lluis
Pérez. Allí fue donde se plantaron hace ya 30 años las variedades foráneas
(Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah) con el objetivo de hacer un vino al estilo
de los Grand Cru franceses. También más allá de la carretera, encontramos la
finca denominada Clos Martinet, una pendiente plantada a ambos extremos de la
montaña con una alta densidad de plantación (1 planta cada 0’5 mts.) y con
emparrado con aros, tipo que ya vimos en Finca Viladellops del Penedès, asesorada por Pérez.
Con ello trataban de obtener una mayor producción, amén de la competencia que
esto suponía para las plantas. En el año 2000 tomó las riendas de la bodega la
hija de Josep Lluis, Sara Pérez, que dará un giro hacia tendencias más
modernas, apostando por variedades tradicionales (Garnacha y Cariñena) y
abandonando el rumbo de la sobreproducción de su padre. Así vemos que en la
parte alta de la finca de Clos Martinet se sustituyen las plantaciones
francesas emparradas a autóctonas y en vaso, progresivamente, a pesar de que en
su vino insignia mantienen las variedades del país vecino, en pequeñas
proporciones. Josep Lluis, más enfocado a proyectos personales, como conseguir
un vino totalmente natural, ha dado un paso al lado aunque como nos dijo Gemma
su espíritu científico le impide dejar la investigación completamente.
Nuestra anfitriona
nos hizo una buena introducción de sus tres vinos de finca, que ya conocíamos
por Sara pero que vino bien recordar. Escurçons,
cuyas uvas se vendimian en la parte alta del Priorat, a 600 mts., dando vista a
Falset. Una finca de garnacha prefiloxérica que probamos en la bodega y del que
elaboran (junto con una parte de syrah) unas 4.000 botellas. Camí Pesseroles, con unas 2.500
botellas, nace de una finca cerca de Gratallops, de cariñena de viñedo viejo
(complementada con garnacha). Y del vino más emblemático, el Clos Martinet se lanzan al mercado 15.000
botellas en años de condiciones climatológicas sin incidencias, aunque desde
2010 no han podido pasar de las 8.000-10.000 botellas (sequía, piedra,
enfermedades…). Desde ese mismo año también están certificados por CCPAE como vinos
ecológicos.
Ya en la bodega
Gemma nos mostró los cubos de fermentación, los fudres de 4.000 y 2.500 Lts. en
los que descansan el Martinet Bru
(menos contacto con madera, más fruta), su vino más joven y desenfadado. Y en
la sala de barricas… bueno, barricas, garrafas de vidrio, ánforas y huevos de
arcilla… Sobre todo la arcilla está más pensada para Escurçons, en lo que es un
claro intento de no alterar el carácter del terroir más puro de la garnacha de
altura, esa sensación etérea que tanto le gusta remarcar a Sara. El roble está
más enfocado a Clos Martinet y Pesseroles, en cuyo caso la madera ayuda a
remarcar el fuerte carácter arraigado a la finca. Más sorprendente si cabe es
conocer que los plazos en los que entra y sale el vino de estos recipientes no
siguen un criterio fijo cada año, sino que es Sara la que los decide, según las
sensaciones que le transmiten en cada momento. Algo bastante lógico si pensamos
en las grandes diferencias que puede haber entre varias añadas, que impiden
tratar con igualdad dos vinos de una misma finca.
Algo en lo que MasMartinet lleva tiempo invirtiendo recursos y tiempo es el anexo cementerio de botellas que están construyendo.
Utilizando materiales sostenibles como la cal, aportando el mínimo hormigón
posible y emplazándola bajo tierra intentan evitar y/o minimizar el uso del
aire acondicionado. Con el proyecto también pretenden hacerse con un stock
anual de botellas que les permita sacarlas al mercado cuando consideren que se
encuentran en óptimas condiciones de consumo. Por ejemplo comercializar botellas
de 5, 10 y 15 años atrás. Una gran idea si distribuidores y consumidores les
damos un respiro.
Con la cata de
Martinet Bru 2010, Escurçons 2011 y Clos Martinet 2011 charlamos y gastamos una
buena porción del tiempo de Gemma, a la que agradecemos enormemente su
atención. Y de paso les animamos a que estandaricen este tipo de visitas y las
mejoren, cosa que nos comentaron estaban estudiando, pues la calidad de sus
vinos bien lo merecen y sus seguidores así lo esperamos.
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