Después de visitar el celler Vall Llach hace
pocos días nos quedamos con ganas de conocer las viñas y en concreto Mas de la
Rosa, de donde vendimian la uva que da vida al Vall Llach. Es esta una viña de unos 110 años que ha otorgado al
vino insignia de la bodega el honor de ser el tercer vino de finca de Catalunya
(después de Clos Mogador y Jean Leon). Una mañana, sin pensarlo mucho, nos
pusimos en contacto con Albert Costa, copropietario de la bodega, y muy gentilmente se ofreció a llevarnos
esa misma tarde a la finca.
¡Qué maravilla de paisaje del Priorat se
divisa desde esas tierras! Llegamos sobre las 19:30, momento ideal para que la
luz del sol jugara con la gama de verdes de los árboles, hojas del viñedo, la
uva y el marrón azulado del terroir. En toda la visita nos acompañó una brisa
fresca del mar Mediterráneo (lo que en el Priorat se conoce como garbinada), ideal para una buena
aireación de la planta y toques de frescura propios de Porrera.
La finca se basa en una gran parte de
carinyena centenaria más algunas vides de garnatxa y algún coster de cabernet sauvignon en un recodo construido por los
“margers”, familias del pueblo dedicadas a elevar terrazas divididas con
acumulaciones de piedra. Vimos que por desgracia hay algunas plantas que
fallecen pero Albert y su gente replantan con nuevos injertos de garnatxa o
carinyena. El rendimiento por cepa se sitúa en torno al medio kilogramo, debido
a dos motivos que son determinantes: la vejez de las vides y el pobre suelo que
ya de por sí caracteriza la zona.
La vendimia (así como cualquier otro trabajo)
es totalmente manual. Es realizada por personas de estatura media, ya que su
centro de gravedad está más cerca del suelo, y además son del pueblo de
Porrera, pues saben moverse en este entorno como nadie. ¡Qué difícil es caminar y trabajar
en estas tierras marcadas por una gran pendiente y con las cepas ubicadas de
forma desordenada!
Animamos a cualquier enamorado del vino que se acerque a visitar Mas de la Rosa del celler Vall Llach en el Priorat. Así seguro que entenderá la dificultad que entraña sacar al mercado un vino como Vall Llach, que nace desde los suelos pedregosos y elevados de Porrera. Un vino para respirar.
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