El lunes a las 12 hs. habíamos quedado con
Isabel de Ferrer Bobet para que nos mostrara la bodega y los vinos que
elaboran. Finalmente por problemas de agenda fue Elena, su compañera, la que
nos guió en la visita, con unas explicaciones que ilustraron a la perfección el
funcionamiento, el método de trabajo y el objetivo de esta moderna bodega.
Cualquier visitante se encontrará fácilmente ilustrado, desde el más técnico
hasta el más amateur en la materia, lo que es de agradecer.
Comenzamos la visita desde la zona que hace
las veces de mirador donde se pueden observar de forma clara las viñas que
envuelven el pueblo de Porrera, tanto las plantadas en costers como las que se hallan en terrazas. Aquí fue donde nos
explicó el objetivo con que se planteó la bodega, un proyecto personal de Sergi
Ferrer-Salat y Raül Bobet por buscar otro tipo de Priorat en sus vinos, más
borgoñeses, con más frescura por encima de contundencia, corpulencia y
sobremaduración.
Para ello intentaron en 2002 adquirir viñedos
de edad avanzada, sobre todo de carinyena pero ello les fue imposible y
decidieron comprar la uva directamente a los propietarios, controlando la
viticultura que se realizara en ellas y por otro lado plantar viñedos de
variedades como la carinyena, garnatxa, cabernet sauvignon y syrah, con las
que, después de años de pruebas hay intención de elaborar un tercer vino.
Apoyados por una gran base de carinyena, variedad que consideran idónea para
lograr esa frescura y elegancia buscada, complementan el cupaje de su vino más
básico (si es que se puede poner este adjetivo) con un 30% de garnatxa, también
de viñedos viejos.
Elena nos acompañó por los diferentes niveles
de la bodega que hay bajo tierra, hecho que les ayuda a trabajar por gravedad,
no bombeando el vino y/o mosto, y por tanto manipulándolo lo mínimo posible. En
la primera planta se encuentra la mesa de selección, derrapadora y una pequeña
estrujadora. Posteriormente, en la planta inferior se hallan los depósitos de
fermentación (tinas de roble de 1500 y 3000 Lts.) y los de estabilización, más
la sala de barricas. Nos enseñó la tina donde se realizaba el cupaje principal,
la embotelladora y la sala donde almacenan las añadas históricas (2005-2010
hasta ahora).
Algo que quedó muy claro desde el principio
fue la escasez de stock que sufren cada año. A pesar de que su ratio es 60%
mercado interior y 40% exportación, cada añada se agota en poco tiempo,
potenciando este hecho la crítica de expertos y sobre todo del gran público. Es
por ello que de sus dos vinos (Ferrer Bobet Vinyes Velles 2010 y Ferrer Bobet
Vinyes Velles Selecció Especial 2010) solo pudimos catar el primero, pues el
segundo de ellos (un 100% carinyena) está totalmente agotado ya antes de su
salida al mercado, que se estima para octubre-noviembre. Como siempre, nos
gustó mucho esa frescura que buscan y que sin duda logran. Además 2010 fue una
añada fresca ya de por sí, de manera que ayudó a potenciar sus aptitudes. Elena
nos comentó que su proyecto de tercer vino está muy avanzado, como vino joven
de la bodega y al preguntarle por el dulce blanco que sabemos está en cartera,
esbozó una sonrisa y nos señaló que también tiene posibilidades de salir pronto
al mercado.
Como conclusión podemos situar a Ferrer Bobet
en una nueva oleada de Priorat donde prima la frescura, sutilidad, elegancia y
modernidad de sus vinos. Usando siempre un sólido y riguroso conocimiento
científico más una técnica depurada han conseguido un resultado que el mercado
ha acogido con enorme entusiasmo y que ha marcado tendencia.
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