A las 12 hs. de un caluroso domingo nos
citamos con Cellers Scala Dei en una de sus visitas que tenían programadas. En
principio el idioma de la visita era catalán pero el guía modificó el programa
para que fuera más entendible a unos turistas canadienses que habían acudido
buscando conocer más de esta bodega enclavada en el corazón de la población de
Escaladei.
Comenzó explicándonos unos trazos de historia
imprescindibles para conocer de dónde viene la tradición de la bodega. Así
podemos ubicar su inicio en la desamortización de Mendizábal, momento en que se
expropian las tierras de los monjes cartujos y se vende a familias de
Barcelona. Este será el germen de la bodega actual. Para borrar de un plumazo
los tópicos establecidos nos mostró documentación de cómo ya en la Exposición
Universal de París de 1878 participaron con vino embotellado. Como todos los
elaboradores de la zona, sufrieron la devastación de la filoxera. Pero no
desfallecieron y volvieron a embarcarse en la aventura de vender vino
embotellado, aventura de la cual nació la primera añada de la época moderna, la
de 1974.
Hablando de aspectos propiamente técnicos nos
mostró las diferentes fases de elaboración, en las que aplican las técnicas más
modernas sin renunciar a sus orígenes. Es decir, por ejemplo la fermentación la
realizan en tinas de acero inoxidable pero para la maceración han optado
también por los antiguos depósitos que han revestido de cemento y con el que
consiguen una mejor oxigenación del vino. Utilizan un 20-30% de raspón maduro
en la maceración, lo que aporta estructura y tanino. En la sala de barricas nos
comentaron, además, que están intentando volver a las barricas de mayor
volumen, donde el contacto con la madera es menor, sobre todo para variedades
como la garnacha, más sensible a aromas de la crianza. Hasta las barricas
incluso separan la elaboración por fincas y variedades. En 2009 el equipo
técnico se renovó, tomando las riendas un nuevo enólogo. Y también hace unos
años la bodega vendió un 25% al grupo Codorníu, que se encarga de la
distribución del catálogo de vinos.
Respecto los vinos que probamos fueron Negre 2012, Cartoixa 2007, Prior 2009
más otros dos (que no son exactamente de la bodega pero pensamos que sí del
grupo empresarial), Les Tres Creus 2012
y La Creu Negra 2010. El que más nos
gustó por su potencia controlada y más elegancia fue La Creu Negra, aunque hay
que reconocer que el Prior apunta muy buenas maneras. Quizás le falte un poco
de reposo en botella. Por gentileza de los organizadores de la visita nos
dieron a degustar uno de sus vinos de finca, garnachas plantadas en diferentes
suelos: La Creueta 2010
(llicorella), St. Antoni 2010
(arcilla amarilla) y Artigots 2010
(piedra grava). Estos tres vinos son un mundo aparte, de una finura y aromas
fantásticos. Profundos pero amables. Un auténtico descubrimiento, felicidades a
la bodega por ellos.
El referente que supone la bodega Scala Dei
en el Priorat se hará grande en unos años, aunque a día de hoy la sensación que
tengamos es que estén en una época de cambios en la elaboración. Tras ésta
estamos seguros que encontrarán una línea que les haga un gran hueco en el
mercado y en el paladar de los clientes finales.
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