Las tradiciones de Catalunya son estupendas ocasiones para estudiar la
cultura de la zona y permiten admirar las pinceladas que han modelado la
historia y su desarrollo. Una de ellas es la que lleva a los padres a no
fraccionar las tierras familiares, como sucedía en tiempos medievales, y a
legar todas las posesiones al “hereu”
o la “pubilla”, el hijo varón mayor o
la fémina en caso que no nazcan varones. Como en otras familias catalanas, la
de Ester Nin siguió este dictado y dejó las tierras al hermano mayor de ésta, incentivando
a las hermanas a buscar fortuna en otros ámbitos (territoriales o
profesionales).
Así es como llega Ester al Priorat en 2001, desde el Pla de Manlleu, para
según sus propias palabras “comenzar de cero, y elaborar un gran vino, desde un
proyecto pequeño”. Compra un pequeño “coster” del que elabora 3 barricas. En la
primera añada, 2003, el Nit de Nin no llega al grado mínimo exigido por la DOQ
Priorat y no se puede certificar, lo cual supone una pequeña decepción pero a
la vez una espoleta para los años venideros. 2004 significa la explosión, no
solo de Ester sino de todo el Priorat. Con las grandes puntuaciones de Miller
(100 Clos Erasmus, 98 Nit de Nin) las miradas del sector se centran en ella, en
sus creaciones y en la defensa a ultranza que hace de la viticultura
biodinámica que practica. Decide practicar esta agricultura tras observar que
los mejores vinos del mundo son fruto de ella y por tanto el Priorat no debe
ser una excepción. Carles Ortiz, por su lado llega al Priorat en 1998 y compra
la finca Les Planetes, realizando una labor ecológica desde el primer día y
certificándose como tal. Compartiendo, pues, los preceptos ecológicos desde el
principio no tardan en unir sus proyectos creando en 2008 la bodega Familia Nin
Ortiz y ampliando las vides que destinan al Nit de Nin con la finca de Mas d’en
Caçador (400-500 mts. orientación Sur). A partir de entonces se elaborarán unas
3500-4000 botellas.
En la magnífica vertical organizada por Toni Bru en el Celler de l’Àspic, Ester
declara que “hay que pasar página de la
agricultura convencional porque somos una generación que debemos aportar más al
planeta”. El camino de esta nueva agricultura les lleva a utilizar variedades y
levaduras autóctonas (como la garnacha y la cariñena) y a una vendimia
temprana, cuando aún se puede conservar una buena acidez en las uvas. A esto
último contribuyen dos hechos fundamentales: la aplicación de un único
tratamiento 501 (sílice) y menos carga frutal en las plantas. Respecto a la
crianza comenzaron con barrica nueva de 225 litros, para más tarde apoyarse en
las usadas y actualmente emplear fudres de más capacidad e incluso ánforas de terracota
para conservar la fruta. Como pequeña exclusiva Carles y Ester comentaron la
adquisición de una parcela en la finca Coma d’en Romeu de Porrera. De ella
elaborarán otro Nit de Nin que en lugar de Mas d’en Caçador piensan inscribirlo
con el subtítulo “La vinya de l’Enric i la Maria”, en homenaje a los anteriores
propietarios.
Las añadas que pudieron regalarnos en esta vertical del Nit de Nin,
compuesto de un 60% de garnacha (mitad tinta y mitad peluda) y de un 40% de
cariñena, fueron 2007, 2009, 2010, 2011, 2012 y 2013, amén del Selma 2010
(blanco elaborado en la región natal de Ester), Planetes 2013 y Planetes Àmfora
2013.
Nit de Nin 2007. Una añada que pasó desapercibida para
consumidores y elaboradores, bastante fresca y con un verano tapado. Muchos
problemas de “cuc” que ellos no sufrieron, según su teoría por vendimiar antes
de lo habitual en la zona. Es la añada más redonda, la copa que más matices
ofrece. Los toffes, ahumados se funden con la mineralidad en una sinfonía
perfecta.
Nit de Nin 2009. Tras un año bastante frío y húmedo el 2009 es de
mucho calor, en todo el ciclo vegetativo. Una añada de concentración para los
vinos. Ester considera que su vino está todavía muy joven pero que tendrá un
gran potencial, mucho recorrido una vez acabe su crianza en botella.
Nit de Nin 2010. Una añada perfecta. Así la definen Carles y
Ester. Ya se auguraba esta perfección desde que entró la uva en la bodega. En
copa se nota una elegancia, frescura, balsámicos. Finura, estilizado perfil.
Nit de Nin 2011. Este año marca un cambio de tendencia. A la
utilización exclusiva de fudres para la crianza se une la elaboración con el
100% de raspón. Una añada de deshidratación, de pasificación de la uva en la
que el estilo de la bodega ayudó a crear un vino trabajado, fruto de una buena
labor en la viña.
Nit de Nin 2012. Mucha fruta todavía en una añada que Ester
comentó muy parecida a 2011 pero en la que sin embargo la planta se autorreguló
y al llevar menos fruto no padeció los estragos de un nuevo verano canicular.
Esto se traduce en un vino más frutal y en la que los aromas terciarios están
todavía muy tímidos.
Nit de Nin 2013. Recién embotellado, los aromas de reducción no
lo dejaron respirar en toda la noche. Carles nos apuntó que justo antes del
envasado era muy goloso, una auténtica “chuchería”. Y a modo de anécdota que
las otras dos añadas que se redujeron nada más ser embotelladas fueron… 2004 y
2005. Paciencia con él, entonces…
Otra joya que nos ofrecieron fue Selma
de Nin 2010, un blanco que Ester elabora en el Penedès, en el Pla de
Manlleu, con las variedades roussanne, marsanne, chenin Blanc y parellada.
Después de ser abandonado el pueblo de Selma la bisabuela de Ester adquirió las
tierras, que son las que a día de hoy pertenecen a la familia. De todas ellas
la enóloga compró una hectárea de arcillo-calcárea a 700 mts. de altitud,
cultivada en biodinámica y de la que (dadas las variedades que componen el
cupaje) no pueden elaborar vino amparado por una denominación de origen. Ocho
meses de crianza en un par de barricas ya usadas y nada más y nada menos que otros
tres años de reposo en botella. Acidez marcadísima, mucha frescura y unas notas
ahumadas en nariz muy sorprendentes que no provienen todas de la crianza sino
que, como indicó Carles, el suelo tiene gran responsabilidad en ello.
La generosidad de Ester y Carles fuel tal que también trajeron Planetes 2013 y Planetes Àmfora 2013. Estupenda la comparación entre el mismo vino
criado en madera o en terracota. Evidentemente mucho más goloso, más frutal el
segundo. Más jovial, ágil, directo… Su hermano criado en barrica es más serio,
amplio, con una profundidad que te pide calma en botella.
La cena fue, como siempre, de alto nivel. Excelente desde la ensalada con
carpaccio de careta, el canelón de pollo en calabacín y la costilla marinada
con trinxat i fesol del ganxet. Ni un solo pero podemos poner, con las seis
añadas de Nit de Nin ante nosotros para compararlas y maridar.
Las noches en el Celler de l’Aspic parecen detenerse cuando Toni Bru invita
a elaboradores de esta talla. Sin caer en la cuenta traspasábamos la medianoche
enfrascados en conversaciones sobre las vinificaciones, el trabajo en viña,
probando un magnífico Riesling que descorchó gentilmente Toni… Y con esos
regalos de restaurador y viticultores emprendimos camino de vuelta a casa,
conscientes de haber vivido una de esas noches que no se repiten con
frecuencia.
Muchísimas gracias por tus palabras y tu tiempo para con nuestra pasión y trabajo.
ResponderEliminarSolo unas notas a tener en cuenta en tu escrito.
Nit de Nit mas d'en caçador es orientación nor este y nor oeste
La primera añada con 100% raspón en el 2010
Planetes de Nin àmfores es 100% garnachas y el Planetes clàssic es un cupage de garnacha y cariñena que varía según la añada, en concreto el 2013 es un 60/40 en ese mismo orden.
Saludos!!!!