Apasionado de su trabajo, cercano en el trato, exquisitamente
educado, muy orgulloso de la saga familiar a la que pertenece y un enamorado
del vino. Así se mostró Ramon Roqueta Segalés en la visita que el grupo del
posgrado Gestión de Empresas Vitivinícolas realizamos a mediados de marzo a la
bodega Abadal de la comarca del Bages. Desde bien pequeño sintió su pasión por
el mundo del vino, hecho que le llevó a estudiar la carrera de enología. Gracias
a las prácticas realizadas en Châteauneuf-du-Pape conoció y se enamoró de la
garnacha, una variedad que quiso convertirla en el eje de su proyecto personal
a través de la creación de la bodega LaFou en la Terra Alta. Con sólo treinta
dos años se convirtió en el director general en sustitución de su padre Valentí
que pasó a ser el presidente del grupo Roqueta Origen, constituido por las
bodegas Ramon Roqueta, Abadal, LaFou y Crin Roja.
Antes de iniciar el recorrido por las instalaciones
y degustar varios vinos, Ramon quiso compartir con todos los asistentes dos
pilares sobre los que se sustenta Abadal: la familia y la puesta en valor del
territorio. Si preguntásemos a los habitantes del Bages con qué profesión
vincularían el apellido Roqueta seguramente la respuesta mayoritaria sería con
el de viticultor. Y no es para menos ya que son nueve siglos los que esta saga lleva
dedicándose al cultivo de las viñas. Nueve siglos de tradición, respeto por la
tierra, sus frutos y la naturaleza, además de una plena admiración al trabajo
realizado por las generaciones predecesoras. Ramón es el actual heredero y
tiene como misión transmitir a la siguiente generación el legado familiar, los
valores de la compañía y el negocio vinícola.
El Bages es una comarca que siempre ha estado muy
vinculada a la viticultura. De hecho, existía una vasta extensión de viñedos
casi más grande que la del Penedès con una amplia gama de variedades de uva
plantadas. A finales del siglo XIX se convirtió en la primera comarca
barcelonesa por extensión de cultivo y producción de vino. La llegada de la
filoxera a Francia y su próxima ubicación geográfica a este país dieron lugar a
un período floreciente en la región.
Lamentablemente, la plaga de este insecto también llegó al Bages y junto con la
industrialización de la zona el sector vinícola sufrió una grave crisis hasta
bien entrado el siglo XX.
El deseo de preservar el patrimonio y de reconocer
la riqueza vinícola del Bages les llevó a crear “Paisatges 1883”, un espacio
donde se desarrollan varios proyectos de investigación e innovación como la
recuperación de las barracas de viña, el uso de las barracas con tina, la
recuperación de variedades autóctonas prácticamente desaparecidas y el estudio
de la vinificación en otros materiales diferentes al acero inoxidable (varios
tipos de madera, arcilla,…). Las barracas son construcciones de piedra seca
que servían de guarida y de almacén de las herramientas a los agricultores.
Además, algunas de ellas acogían tinas enterradas en su interior. Abadal ha
recuperado la barraca con tina de la viña Mas Arboset y desde hace cuatro vendimias
elabora con ella una micro producción inferior a 400 botellas. Las más de diez
variedades tintas y blancas plantadas en la viña fermentan en la tina sin
control de la temperatura y con levaduras autóctonas. ¡Lástima que estén
agotadas en el mercado porque habría sido muy interesante descubrir el perfil
de este vino!
Después de llevar casi dos horas
conversando con Ramon en el centro de enoturismo, llegó el momento de visitar
el museo que alberga objetos y maquinaria antigua de la familia, la zona de
tinas de acero inoxidable y sobre todo la masía familiar, el lugar donde surgió
la saga Roqueta. Al acceder al subterráneo de la casa sientes algo
parecido a adentrarte en el túnel del tiempo y transportarte hasta la Edad Media
y Moderna. Es fácil imaginarse que de entre los depósitos de piedra, salas de
crianza y otros habitáculos usados como almacén aparecerá algún agricultor o
bodeguero de aquella época enfrascado en sus quehaceres diarios. Quien sí
apareció fue Valentí Roqueta Guillamet, padre de Ramon, fundador de Abadal en
1983 y presidente durante veinte años de la denominación de origen Pla de Bages.
Tuvo la deferencia de venir a saludar al grupo del posgrado y compartir algunos
recuerdos de sus estudios empresariales y de su etapa en el negocio
vinícola.
Se acercaban las seis y media de la tarde cuando
volvimos al centro de enoturismo para degustar parte de la gama de vinos:
Abadal Picapoll (2017): monovarietal de picapoll, una variedad autóctona y recuperada, que presenta un color amarillo pálido, brillante e intensos aromas en nariz. Combina la fruta tropical con las notas florales del bosque que la rodea. La crianza sobre lías le aporta una untuosidad muy agradable en boca.
Abadal Mandó (2015): tinto elaborado con la variedad mandó de capa baja, nariz delicada, floral, en el que destaca su frescura, acidez y persistencia, así como un tanino redondo. Se trata de un vino lanzado recientemente al mercado y resultante de quince años de investigación y de recuperación de la variedad a partir de unas pocas cepas conservadas por payeses para autoconsumo. Es una variedad tardía, muy productiva y con unas cualidades que la sitúan como buena candidata para hacer frente al cambio climático, según explica Ramón.
Abadal 5 Merlot (2015): monovarietal de merlot procedente de cinco viñas con diferentes exposiciones y terrenos. La crianza se lleva a cabo por separado durante doce meses en barricas de roble y es justo antes del embotellado cuando se realiza el coupage. Tinto de capa media, con notas de fruta roja y balsámicas. Sin duda, el merlot es una de las variedades internacionales que mejor sabe interpretar el terroir.
Agradecemos la generosidad de Ramon por dedicarnos toda una tarde a conocer de primera mano una de las sagas más longevas del sector vinícola catalán. Quizás el mayor aprendizaje que nos llevamos de este encuentro sea la importancia de recuperar el pasado para poner en valor el presente y aportar al futuro.